10.6. DETERMINACION DE LA EFICACIA DE LA LIMPIEZA

La eficacia de la higiene de la línea de procesado se comprueba por inspección visual y mediante técnicas microbiológicas. La inspección visual es un método simple, pero incierto, que no establece el grado de limpieza microbiológica alcanzado. Depende mucho del cuidado y habilidad del inspector. El inspector experimentado sabe a dónde mirar para la búsqueda de signos de una limpieza defectuosa, pero los restos de suciedad varían en la facilidad con que se detectan visualmente (por ej., algunos no son visibles si en la superficie limpiada hay una película acuosa) y las superficies que se inspeccionan deben iluminarse directamente con una fuente luminosa de gran intensidad. A pesar de estos inconvenientes la inspección visual merece la pena de hacerse con tal que se realice asiduamente. Debe llevarse a cabo durante o irunediatamente después de la limpieza, o incluso poco antes de iniciar el siguiente turno de trabajo. Las inspecciones se realizan al azar, de forma que los operarios implicados en la limpieza ignoren cuando tendrán lugar. Se dispondrá de una lista de comprobación de diferentes partes del equipo que, una vez limpiadas e inspeccionadas, se calificarán por su grado de limpieza y se comprobarán con los valores alcanzados en inspecciones precedentes. Todos los resultados se recogerán en el informe del inspector. Además se conservarán las anotaciones de los materiales de limpieza, diluciones y tiempos de aplicación utilizados. Si el equipo no se ha limpiado convenientemente, debe disponerse de tiempo para corregirlo antes de que se inicie un nuevo proceso; debe tenerse especial cuidado en la inspección subsiguiente del equipo que obtuvo una baja calificación.

Hay otras pruebas visuales del grado de limpieza de las superficies que son más subjetivas y que, lo mismo que otros ensayos más sofisticados, han sido revisadas por Kulkarni et al. (1975).

Las pruebas más corrientemente empleadas son las microbiológicas, que ya se han estudiado en el Capítulo 4. Cuando se aplican a las superficies, implican la estimación del número total de bacterias viables en el área de una superficie dada y a temperaturas de incubación específicas, la determinación de indicadores (coliformes, E. coli, etc.) y si se necesita, de bacterias específicas causantes de alteración de los alimentos y de productoras de toxunfecciones alimentarias. Sin embargo, generalmente la estimación se limita al «número total» que constituye la guía más sensible del estado de limpieza. Las bacterias se separan de las superficies con torundas estériles, lavándolas con un volumen conocido de diluyente o mediante los métodos de contacto con agar. Ya que los microorganismos se distribuyen irregularmente por las superficies del equipo, se muestrea un área tan extensa como sea posible; por esta razón los preferidos son los métodos de las torundas.

No debe olvidarse que los propios alimentos procesados pueden emplearse también para comprobar la eficacia de la limpieza. Los alimentos que antes contactan con las superficies limpiadas son los que con mayor facilidad se cargan con las bacterias residuales por lo que recuentos mayores que los esperados en tales alimentos indican también una limpieza deficiente. Este principio se utiliza a menudo para controlar la limpieza cuando se producen alimentos líquidos. Las muestras, en este caso, se toman a intervalos regulares de tiempo, desde que se inicia el trabajo en adelante y si hay una disminución gradual del recuento microbiano, en lugar de resultados constantes, la limpieza ha sido inadecuada; ello es consecuencia del efecto de lavado y arrastre ejercidos en las bacterias residuales, como se ha señalado antes en este capítulo.

En conclusión, debe subrayarse que cuando las técnicas de control muestren áreas cuya deficiente limpieza puede crear problemas, es vitalmente importante controlar los esfuerzos realizados en dichas áreas y no aceptar con resignación la ineficacia de la limpieza.


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